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Breve historial de las iglesias reformadas
La Reforma reformada tiene sus
orígenes en Suiza.
El año 1522, en plena cuaresma, se organizó una gran cena
con longanizas en una casa particular, defendida por el párroco
de Zurich, Ulrico Zuinglio: La ley de ayuno, así argumenta, es
una ley humana, y por ende no tiene validez absoluta. El hombre sólo
tiene que obedecer estrictamente a las leyes divinas que Zuinglio encuentra
en la Biblia. Aquí ya se manifiesta una característica
de la teología reformada que se mantiene hasta nuestros días:
el énfasis en la importancia del testimonio bíblico para
la fe y la vida. Sola scriptura, solamente la Biblia – esto es
el fundamento de la corriente reformada.
Durante la década de los años 1520, varias otras ciudades
en Suiza y Alemania del Sur se vuelven evangélicas. Sin embargo,
los evangélicos no son invitados a la Dieta Imperial de Augsburgo
en 1530. Recién en 1648, los reformados son reconocidos oficialmente
como confesión.
Pero Zuinglio influyó la Reforma reformada también en otro ámbito:
la teología de la Santa Cena. A través de una controversia
con Martín Lutero durante varios años, Zuinglio elaboró su
típica comprensión simbólica de la Santa Cena. Su
opinión era que las palabras “éste es mi cuerpo” en
el fondo significaban “éste es un símbolo para mi
cuerpo”, y que la Santa Cena se celebraba principalmente como cena
recordatoria. Esta comprensión distinta de la Santa Cena siempre
era el núcleo del conflicto entre luteranos y reformados, y llevó finalmente
a la separación de las dos confesiones que perdura hasta hoy.
Sólo en 1973, las iglesias luteranas y reformadas de Europa reconocieron
en la llamada Concordia de Leuenberg mutuamente su comprensión
de la Santa Cena.
Quizás la figura más significante para el protestantismo
reformado del siglo XVI fue el reformador de Ginebra, Juan Calvino. Con
su presentación de la teología reformada en el documento
Institutio Christianae Religionis marcó a las iglesias reformadas
durante siglos. Calvino se remonta estrictamente a la Biblia, tanto al
Antiguo como al Nuevo Testamento. Comprende la Biblia como el testimonio
personal del Espíritu Santo, lo que la convierte en sus ojos en
el fundamento de la fe reformada. Ya que el Espíritu Santo se
revela en toda la Escritura, el Antiguo Testamento tiene la misma importancia
como el Nuevo.
Puntos de partida para la reflexión teológica sobre Dios
son su honor, su poder y su soberanía. Éstos se reflejan
en su comportamiento frente al hombre elegido y salvado, y son aplicados
por el hombre mundano a través de buenas obras. Calvino concibe
su teología con una fuerte orientación ética.
La doctrina de la doble predestinación, considerada como típica
del calvinismo, efectivamente aparece en Calvino; sin embargo, fue valorada
sólo por la ortodoxia reformada como un elemento característico
de la confesión. El llamado syllogismus practicus, o sea, la idea
de que la elección del hombre puede ser vista a través
de su bienestar y prosperidad económica, sólo se origina
en el siglo XVII.
La doctrina calvinista de la Santa Cena también se convirtió en
una guía para la teología reformada: Según Calvino,
Jesucristo está realmente presente en la Santa Cena por la obra
del Espíritu Santo. No está directamente en pan y vino,
pero está presente independientemente de ritos humanos o de la
fe humana.
Siguiendo a Martín Bucero, Calvino introdujo la doctrina de los
cuatro cargos oficiales eclesiásticos (pastores, presbíteros,
profesores y diáconos). Así se originó – aunque
no muy tempranamente en Ginebra – la estructura típica de
las congregaciones reformadas: Presbíteros y pastores guían
conjuntamente a la comunidad, la que mantiene una autonomía fuerte
en su propio quehacer.
Otra corriente reformada aparte del calvinismo
se desarrolló en
Zurich bajo el sucesor de Zuinglio, Enrique Bullinger. Éste tenía
gran poder como político eclesiástico; tenía contacto
epistolar con doctos y hombres de Estado de toda Europa.
Fue Bullinger quien dio la estructura estatal a la iglesia de Zurich.
En 1549, elaboró junto a Calvino el Consensus Tigurinus, fundamento
de una doctrina común de la Santa Cena. Así impidió una
división de los reformados en esta pregunta. En 1562, redactó la
Confessio Helvetica Posterior, que hasta hoy día es la confesión
más importante para muchas iglesias reformadas.
Pero no sólo en los ámbitos de la política y de
la organización interna de la iglesia Bullinger fue un pionero.
También buscó nuevos caminos teológicos. Su teología
de los pactos se convirtió en el elemento más marcado para
la ortodoxia que la comprendió como alternativa para la doble
predestinación. También sirvió como teología
política del aliancismo. La teología de los pactos define
la historia de Dios con los hombres como una historia de salvación:
Con su alianza, Dios inició un pacto con el hombre, y a través
de la obra de salvación de Jesucristo se realizó este pacto
de gracia.
Las iglesias reformadas de Escocia (y, en su
continuidad, también
las iglesias norteamericanas fundadas por inmigrantes escoceses) se remontan
a Juan Knox. Éste era en el siglo XVI la figura simbólica
y la fuerza pionera del presbiterianismo. Las iglesias que le seguían
fueron las primeras que adoptaron ampliamente el sistema presbiteriano
(sólo algunas comunidades fugitivas lo habían realizado
antes), y fundaron así una corriente reformada propia.
Un elemento muy especial de la iglesia influenciada por Knox es su fuerte
veta política. En su lucha contra la reina católica María
Estuardo, Knox desarrolló su teoría de la legítima
resistencia contra una autoridad, que niega la libre expresión
de la fe. Hasta nuestros días, muchas iglesias reformadas se caracterizan
por su compromiso político.
Al pasar de los siglos, la historia de las iglesias
reformadas particulares tomó rumbos muy distintos. Por un lado, fue influenciada por el
enfoque teológico (Calvino, Bullinger o Knox), por otro lado,
dependía de la situación política de los diversos
países (libertad de fe en los Estados Unidos, estatismo eclesiástico
en Alemania). Lo que tienen en común es la separación en
las grandes corrientes de la ortodoxia, el pietismo y el movimiento de
avivamiento.
La ortodoxia profundizó los sistemas de la doctrina reformada,
y los afirmó dogmáticamente. Un buen ejemplo para este
procedimiento es el Sínodo de Dordrecht de 1618/19, en el cual
se conformó oficialmente la doctrina de la predestinación.
Como una reacción contraria a la ortodoxia nació el pietismo,
un movimiento de piedad que salió principalmente de los Países
Bajos y logró arraigarse en muchos países europeos. Los
pietistas formaron (dentro y fuera de la iglesia) los llamados “conventículos”,
pequeños grupos de piadosos, que vivieron su fe como un sentimiento
personal interior apartados del mundo. En la época de la Ilustración,
los dogmas eclesiásticos fueron cuestionados por la razón.
Aunque la Ilustración en sí no era un movimiento antirreligioso
sino incluso era marcada por teólogos y filósofos creyentes,
llevó a una nueva valorización y un cierto desprecio de
las verdades de la fe cristiana. Paralelamente, y como reacción
contraria surgió el movimiento de avivamiento que apuntó a
la convicción de fe interior y la piedad. En muchos lugares, miembros
particulares de las congregaciones avivadas asumieron la orientación
de ésas, lo que llevó a la separación de la congregación
local, pero también tenía impactos en ella.
Como consecuencia de este proceso, se redescubrieron
y profundizaron dos ámbitos de actividades antiguas de la iglesia: la diaconía
y la misión. En la primera mitad del siglo XIX se fundaron sociedades
de misiones en toda Europa que difundieron la fe reformada en forma organizada
en los países africanos y asiáticos. En la segunda mitad
del siglo nacieron las primeras grandes alianzas cristianas entre las
distintas confesiones. Las iglesias reformadas participaron desde el
inicio en este proceso porque consideraron el trabajo ecuménico
como un asunto reformado importante. Al mismo tiempo, sin embargo, se
desarrolló un fundamentalismo cristiano; así es que las
distintas iglesias reformadas tomaron rumbos diversos a los que siguen
hasta hoy.
La Alianza Reformada Mundial, fundada en 1875, tiene una marcada tendencia
ecuménico-política, mientras que el Reformed Ecumenical
Council, fundado en 1946, enfatiza la fe y la piedad.
Después de 1945 fue sobre todo la teología de Kart Barth
que marcó a muchas iglesias, también fuera de Europa. La
Declaración Teológica de Barmen fue redactada en grandes
partes por él. Es el fundamento de la Iglesia Confesante de Alemania,
y hasta hoy confesión válida para la mayoría de
las iglesias reformadas alemanas y algunas iglesias reformadas no europeas.
Pero Barth no sólo es en el ámbito político-ético
el teólogo dominante del siglo XX, sino también y sobre
todo en su dogmática que se basa en la Biblia. Jesucristo, la única
palabra de Dios, es para Kart Barth el centro y punto referencial de
toda la doctrina de fe cristiana. Convirtiéndose en Jesucristo
en hombre, Dios se humilla a si mismo – se inclina hacia el hombre,
lo eleva a su compañero de pacto y lo sube a su altura. Jesús
es el testigo de Dios; la comunidad que le sigue es enviada al mundo.
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