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LECCIÓN
3:
Juan Calvino, la reforma en Ginebra y los inicios
de la reforma en Francia
Conocimiento de Dios y conocimiento de si mismo
"Toda nuestra sabiduría – si es que
merece este nombre, si es verdadera y confiable – comprende en el
fondo dos cosas: el conocimiento de Dios y el de nosotros mismos. Estos
dos, sin embargo, están vinculados de múltiples maneras,
y por eso no es tan fácil constatar cuál es superior y origen
del otro.
Primero, ningún hombre puede contemplarse a sí mismo sin
contemplar a Dios con todos sus sentidos, al Dios en "el que vivimos,
y nos movemos, y somos“ (Hechos 17,28). Porque todos los dones que
constituyen nuestros bienes, aparentemente no los tenemos de nosotros
mismos. Incluso nuestra existencia como humanos consiste en tener nuestra
esencia en el Dios único. Y, segundo, estos dones llegan a nosotros
como caen las gotas de lluvia del cielo, y nos guían como el riachuelo
a la fuente.
Pero justamente en nuestra pobreza se reconoce más claramente la
riqueza inimaginable de todos los dones que viven en Dios. Especialmente
la decadencia miserable en que caímos porque el primer hombre perdió
la fe, nos obliga a levantar los ojos: hambrientos y sedientos debemos
implorar que Dios nos dé lo que nos falta, pero al mismo tiempo
debemos aprender llenos de espanto y terror, a ser humildes (...). Sentimos
nuestra ignorancia, vanidad, pobreza, debilidad, nuestra maldad y depravación,
y así llegamos a comprender que sólo en Dios se hallan la
verdadera luz de la sabiduría, la verdadera fuerza y virtud, una
riqueza inmensa de todos los bienes y la verdadera justicia. Es justamente
nuestra miseria la que nos hace contemplar los dones de Dios, y sólo
cuando hemos empezado a ver nuestros defectos, tratamos seriamente de
alcanzarlo a Él. Porque (naturalmente) cada hombre prefiere confiar
en si mismo, y generalmente lo logra mientras no se conoce a si mismo,
mientras está conforme con sus habilidades y no sabe ni quiere
saber de su miseria. Quien se conoce a si mismo, no sólo tiene
la motivación de buscar a Dios, sino que de cierta manera es llevado
de la mano a su encuentro. Por otro lado, ningún hombre puede hallarse
a si mismo sin antes haber contemplado el rostro de Dios, y de esta contemplación
pasa a mirarse a si mismo. Porque una soberbia enorme nos es innata, siempre
encontramos que somos muy impecables, sabios y santos, a no ser que nos
enfrentemos con pruebas palpables de nuestra injusticia, maculación,
estupidez e impureza, y nos convenzamos de esta manera. Pero esto no sucederá
mientras sólo nos miremos a nosotros mismos y no al Señor,
porque Él es el único parámetro que nos permite autojuzgarnos.
Por naturaleza tendemos todos a la hipocresía, y por eso cualquier
apariencia hueca de justicia nos satisface tanto como en el fondo sólo
podría hacerlo la verdadera justicia.“
(Párrafo citado de Institutio I, 1, 1 y 2)
Preguntas para seguir trabajando
Pregunta 1:
¿Qué es lo que Calvino comprende
bajo sabiduría?
Pregunta 2:
¿En qué consiste, según Calvino,
el conocimiento de si mismo?
Pregunta 3:
¿En qué consiste, según Calvino,
el conocimiento de Dios?
Pregunta 4:
¿Cómo se relacionan el conocimiento
de Dios y el conocimiento de si mismo? ¿Qué es primero,
que viene después?
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