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LECCIÓN
3:
Juan Calvino, la reforma en Ginebra y los inicios
de la reforma en Francia
(Impresión)
1. Juan Calvino, ¿el
déspota de Ginebra??
Sobre la persona de Juan Calvino sabemos algo más
que sobre la persona de Ulrico Zwinglio. Esto es entendible, ya que Calvino
tuvo muchísimo más impacto que Zwinglio; prácticamente
la totalidad de las iglesias reformadas en el mundo se remontan a él.
Los reformados frecuentemente son llamados también"calvinistas“,
aunque ellos mismos no se autodenominan así.
Al mismo tiempo, lo que ocurre es que sobre todo en Alemania todavía
se encuentran connotaciones muy negativas sobre Calvino: se lo llama "el
déspota de Ginebra“, quien habría sido demasiado riguroso
y dispuesto a sacrificar a todos los que no eran de su corriente; se dice
que ordenó la ejecución de Miguel Servet; se dice que representaba
la llamada "doctrina de la doble predestinación“, según
la cual Dios eligió unos para la salvación y otros para
el infierno etc. En 1936, en pleno auge del régimen Nazi en Alemania,
el literato Stefan Zweig escribió un ensayo con el título
"Una conciencia contra la violencia. Castellio contra Calvino".
Con ingenio literario, decía Calvino pero en realidad se refería
al déspota Hitler. Esto también contribuyó en las
últimas décadas a dibujar la imagen de Calvino en tonos
lóbregos.
Seguramente algunas características de Calvino siempre serán
extrañas para el hombre moderno. Calvino fue un asceta que dedicó
su vida a la Reforma y podía proceder de una manera muy estricta.
Pero tenemos que esforzarnos por diferenciar más, porque la imagen
tan distorsionada de Calvino se debe también a las grandes luchas
confesionales que duraron hasta el siglo XX. Sobre todo el siglo XVII
estuvo marcado por conflictos y peleas interconfesionales, justamente
entre los cristianos luteranos y reformados: ambos bandos difamaban, imputaban,
presentaban sus asuntos de forma injusta. De todas partes se pecaba, también
de parte de los reformados. En este contexto cristalizó sobre todo
en Alemania – y debido a muchas publicaciones de la corriente más
influyente que era la luterana – la imagen de Calvino que domina
desde hace siglos. Esta imagen subsiste hasta el día de hoy, aunque
menos marcada, en algunas monografías de la historia de la iglesia
y en libros populares.
Por eso hace falta no quedarse con los prejuicios sino observar mejor
y preguntar cómo Calvino vivió, enseñó y qué
huellas dejó.
2. Infancia y años de
estudio (1509-1535)
Juan
Calvino nace el 10 de julio de 1509 en Noyon en el norte de Francia (a
unos 100 kilómetros al norte de París), y recibe el nombre
de Jean Cauvin. Su padre era notario del cabildo de la catedral, un laico
en medio del clérigo, por lo tanto tenía un cargo elevado.
Ya a la corta edad de 12 años, Juan Calvino recibe sus primeras
prebendas, o sea, una parte de los ingresos de una determinada parroquia
(la capilla de la Gésine). Hasta 1523 Calvino asiste a la escuela
de su pueblo natal; con 14 años lo envían al Collège
de la Marche, un famoso internado en París, cuyo profesor de latín
y director era Mathurin Cordier. Cordier se hizo conocido como fundador
de una pedagogía renovada, y aunque Calvino gozó sólo
poco tiempo de sus clases de latín, lo veneró durante toda
su vida. Mucho más tarde, lo llamó para organizar la educación
escolar en Ginebra y Lausana.
Después de un breve tiempo, Calvino cambia – por razones
desconocidas – a otro internado, el Collège de Mantaigu.
Este es un baluarte de la ortodoxia católicorromana y un espantajo
para los alumnos. Sin embargo, Calvino no parece haber sufrido demasiado
allí; más bien recibió una buena y profunda formación
en gramática, filosofía y teología. Uno de sus profesores,
John Major, incluso redactó un conocido comentario acerca de los
Evangelios y defendió las doctrinas romanas contra Wyclif, Hus
y, especialmente, contra Lutero. Las enseñanzas de aquél
ya habían sido difundidas ampliamente, y existía una gran
necesidad de defenderse contra ellas. Probablemente, fue en este colegio
donde Calvino conoció la teología católica a través
de las sentencias de Pedro Lombardo (1100 -1160), los Padres de la Iglesia
y Agustino (354 - 430).
Calvino se hace de amigos, entre ellos algunos simpatizantes e incluso
seguidores de la Reforma. Calvino mismo todavía no ha llegado a
este punto; la polémica luterana contra Zwinglio le parece demasiado
fuerte. Ni siquiera sabemos con certeza si Calvino en esa época
ya conocía los escritos de Lutero. En todo caso, no adhiere a la
Reforma sino que permanece fiel a la doctrina romana. Podemos caracterizar
al Calvino de ese tiempo como un humanista católico que se urgía
por una renovación de las ciencias, pero no por la Reforma en el
sentido luterano. En 1527, y mientras Calvino todavía frecuenta
el Collège de Mantaigu, recibe los ingresos de una segunda prebenda.
En un principio, el padre de Calvino quería que su hijo estudiara
teología. Pero cambia sus planes, quizás debido a conflictos
con los capitulares de la catedral de Noyon, quizás porque esperaba
que otra ciencia diera mejores oportunidades a su hijo, y le aconseja
estudiar Leyes. Calvino inicia sus estudios jurídicos probablemente
en 1528 en Orléans, la facultad más famosa en ese entonces.
Es muy estudioso, trabajador y perseverante. En pocos meses aprende el
griego, y se deja influir cada vez más por los ideales humanistas.
En 1529 abandona Orléans, y sigue su carrera en Bourges con el
famoso jurista Alciat.
En 1531 Calvino se entera de que su padre está seriamente enfermo.
Viaja a Noyon y acompaña a su padre en sus últimas horas.
Los enfrentamientos entre el cabildo y el notario se habían agudizado
tanto que este último había sido excomunicado, hecho que
le pesaba muchísimo.
Después de la muerte de su padre, Calvino va a París. Ahora
es independiente, y se dedica – aparte de su carrera como jurista
– sobre todo a los estudios literarios. El rey Francisco I había
fundado en París una nueva universidad con orientación humanista,
donde se matricula Calvino. En el invierno 1531/32, Calvino redacta un
comentario sobre el tratado de Séneca "De clementia“.
Este libro lo hace conocido y lo integra a las filas de los humanistas
más famosos de Francia. Finalmente, Calvino retorna a Orléans,
donde termina su carrera con el título de licenciado en leyes.
3. ¿Cuándo Calvino se
convirtió a la Reforma?
Esta pregunta es objeto de numerosas investigaciones,
aunque las pruebas siempre han sido más bien raras. Calvino mismo
señala que vivenció una "conversio subita“. En
su Comentario de los Salmos de 1557, Calvino recuerda mirando hacia atrás:
"Primero estaba tan porfiadamente entregado
a la superstición papista que difícilmente me podía
liberar de tanta mugre. Pero de repente Dios volvió mi corazón
dócil y suave por una conversión súbita, aunque
a mi edad yo ya estaba bastante endurecido frente a este tipo de asuntos.
Sin embargo, cuando tuve algo de conocimiento sobre la piedad verdadera,
inmediatamente me invadió un tremendo anhelo de sacar provecho
de ello. No dejé mis diversos estudios completamente, pero los
dejé cada vez más de lado. Grande fue mi sorpresa cuando,
antes del término del año, todos los que sentían
el anhelo por la doctrina pura se habían reunido en torno a mí
para aprender, aunque yo mismo era casi un principiante.“
(Citado según una biografía sobre Calvino del año
1968).
Calvino escribe estas palabras en retrospectiva, pero
no menciona ninguna fecha. Calvino no menciona una fecha, no obstante
es seguro que la conversión se produjo antes del 4 de mayo de 1534,
porque en esa fecha Calvino viaja a Noyon para renunciar a sus prebendas
como consecuencia de su alejamiento del catolicismo. La conversión
puede haberse producido ya en 1533, si es que Calvino fue coautor del
llamado "Discurso de Cop“, pero este dato no está asegurado.
El médico Nicolás Cop, rector de la Universidad de París,
en la que está imatriculado Calvino, inaugura el 1 de noviembre
de 1533 el semestre universitario con un discuro en una iglesia parisina.
Su interpretación de las bienaventuranzas del sermón del
monte es una alabanza del Evangelio, con lo que Cop se profesa reformado.
Los franciscanos, en cuya iglesia se dicta la conferencia, acusan a Cop
de herejía, y después de algunas semanas, Cop huye a Basilea,
su ciudad natal. Los investigadores de Calvino debaten muy controvertidamente
si este discurso se debe por lo menos en parte a la pluma de Calvino.
Si así fuese, éste se habría convertido a la Reforma
ya en otoño de 1533.
En octubre de 1534, París se altera sobre el llamado "caso
de los afiches“. Afiches con afirmaciones contra la misa son colgados
en lugares públicos y los "luteranos“ (como son llamados
todos los que adhieren al pensamiento reformado) son acusados como autores
de una conspiración contra el orden público y la religión.
Calvino ya había causado rumores en las avanzadas de esta acción
confesando públicamente su fe evangélica y haciendo proselitismo.
Sea como sea: también Calvino tiene que huir de la gran urbe y
buscar un lugar tranquilo donde seguir con sus estudios. Quiere redactar
un catecismo para los evangélico francófonos. Así
es como pasa las primeras semanas del año 1535 en Basilea.
En resumen, hay que ser cuidadoso con la fecha precisa de la conversión
de Calvino. Aunque Calvino habla de un acontecimiento singular, puede
haber sido un proceso largo. Lo que vale es el resultado: hacia 1534,
Calvino experimentó una "conversio“ que lo acercó
al Evangelio, lo que tuvo grandes consecuencias.
4. De la primera a la segunda estadía
en Ginebra (1536-1541)
En Basilea Calvino toma el seudónimo de "Lucianus“,
un anagrama de la forma latina de su nombre, Calvinus. Sigue trabajando
en su catecismo para los reformados de habla francesa. Termina la obra
en agosto de 1535 , y se imprime en marzo del año siguiente. Aparte
de la redacción este catecismo que titula "Institutio christianae
religionis“ (Institución de la Religión Cristiana),
sigue estudiando la Biblia, las obras de Martín Lutero, Felipe
Melanchthon y Martín Bucero. A más tardar ahora aprende
hebreo y lee los escolásticos. Debe haber trabajado muchísimo.
En abril de 1536, justo después de la publicación de su
"Institutio“, Calvino viaja a París para ver a sus hermanos.
De ahí quiere seguir a Estrasburgo donde espera encontrarse con
Bucero y otros correligionarios. Sin embargo, no puede tomar el camino
más directo porque una vez más el rey Francisco I. de Francia
y el emperador Carlos V. estaban en guerra. Así es que va por Lyon
y Ginebra – con consecuencias considerables. Porque justamente ahí
en Ginebra se produce el famoso encuentro entre Guillermo Farel y Juan
Calvino. Este último lo describe así:
„El camino más corto a Estrasburgo,
adonde me quería retirar, estaba cerrado por la guerra. Por eso
pensaba estar aquí (en Ginebra) sólo de paso, sin quedarme
más que una noche. Aquí, poco antes el papado había
sido abolido por este hombre recto que mencioné antes (Farel),
y por el magister Pierre Viret. Pero las cosas todavía no evolucionaban
como correspondía, y entre los ciudadanos existían feas
disidencias y partidismos. En ese momento me descubrió un hombre
[du Tillet] y me presentó a los otros. En consecuencia, Farel,
quien estaba iluminado por un maravilloso celo de fomentar el Evangelio,
hizo muchísimos esfuerzos por retenerme. Y cuando supo que yo
quería mantenerme libre para mis estudios privados, y cuando
vio que con ruegos no lograba nada, empezó a maldecirme: que
Dios condene mis estudios y mi tranquilidad si yo me retiraba en una
emergencia tan grande y no apoyaba la Reforma. Estas palabras me perturbaron
y asustaron profundamente, tanto que renuncié a mi viaje planificado.
Pero consciente de mis temores y mi timidez, no quería por ningún
motivo ser obligado a asumir un cargo determinado.“ (Juan
Calvino, Prólogo al Comentario de los Salmos, citado según
la biografía arriba mencionada).
La
Reforma había sido introducida en Ginebra en 1535. Farel ya había
logrado muchos cambios. Pero como la Reforma había sido impuesta
por el Consejo de la ciudad también para lograr una mayor independencia
de los obispos, faltaba arraigar sus contenidos. El partido católicorromano
seguía con mucha influencia, y Farel solo estaba sobrepasado. Así
es como Calvino se queda en Ginebra, ni como pastor o predicador, sino
como "lector de la Santa Escritura en la iglesia de Ginebra“.
Muy luego, sin embargo, es invitado a predicar y a apoyar la formación
de la iglesia.
En 1537, Calvino envía una propuesta para la
reorganización de la iglesia al Consejo de la ciudad. Aquí
se puede observar una característica básica de la Teología
de Calvino: su prioridad es siempre la forma que tiene la iglesia, y por
lo tanto, cómo vive. No adhiere al concepto de los bautistas que
consideran la iglesia como una comunidad exclusiva de los elegidos. La
iglesia es más bien, según Calvino, la comunidad de los
fieles que se comprometen con ella libremente. Calvino y Farel redactan
una confesión en francés (Confession de Foi) que debe ser
firmada por todos los habitantes de Ginebra, "para determinar quién
quiere profesar el Evangelio y quién prefiere pertenecer al reinado
del Papa en vez del reinado de Cristo“. Calvino introduce más
cambios: A partir de ahora, en los cultos se cantan salmos, hasta el día
de hoy día una característica de las comunidades reformadas
en todo el mundo. Se introduce la catequesis, y se redacta un catecismo,
mucho más corto que la "Institutio“ y muy parecido al
Catecismo Menor de Lutero.
Pero las propuestas reformatorias de Calvino son difíciles de aceptar
para el Consejo, y las aprueba sólo después de muchas vacilaciones.
El conflicto estalla cuando se solicita a los ciudadanos de Ginebra firmar
la confesión preparada. Muchos no lo quieren hacer, y las tensiones
entre católicos y evangélicos aumentan a raíz de
este experimento fracasado. Fue un error de Calvino insistir tanto en
las firmas. Crece la resistencia hacia él. En 1538, los partidos
de oposición de tendencia más bien católica ganan
terreno. Aparte de la inquietud generalizada en la población, los
anabaptistas causan otros problemas más. Surgen acusaciones graves
contra Calvino y Farel, p.ej. que Calvino sería un adherente a
la antigua secta de los arianos, que niega la naturaleza divina de Cristo.
Esta afirmación no puede tocar a Calvino que es un teólogo
lejano al arianismo. Ni siquiera responde a los reproches, por lo cual
el asunto es llevado a Berna (con la cual Ginebra a firmado un contrato
de ayuda mutua) donde la actitud de Calvino es vista como sospechosa.
No hay consecuencias, pero la posición de Calvino en Ginebra se
debilita por las imputaciones. En las elecciones de 1538 gana la oposición,
y el nuevo Consejo prohíe que Calvino y Farel prediquen el Domingo
de Resurrección. Calvino y Farel predican igual, y son destituídos
de sus cargos. Dentro de tres días tienen que abandonar la ciudad.
El tiempo en Ginebra parece un episodio corto; fueron apenas dos años
que Calvino pasó en la urbe.
Calvino desea retornar a Basilea y seguir con sus estudios, mientras Farel
es llamado a Neuchâtel en julio del mismo año. Los amigos
critican a Calvino por ser muy obstinado. El mismo admite haber actuado
demasiado voluntarista. Decide, por ende, no aparecer más en público
sino optar por la vida retirada de un científico. Durante un buen
tiempo, rehúsa acceder a la solicitud de la ciudad de Estrasburgo
de ocuparse allá de los refugiados franceses. Por fin decide ir,
especialmente debido a la insistencia de Martín Bucero y Wolfgang
Capito. En 1538, Estrasburgo es uno de los centros más importantes
del protestantismo alemán. Bucero y Capito se mantuvieron teológicamente
independientes aunque se habían adherido, en 1536, a la Reforma
de Wittenberg. Bucero es considerado como el líder más imprescindible
de las negociaciones del partido evangélico.
Entonces Calvino se convierte en pastor de la comunidad de refugiados
franceses y la forma según el modelo de Estrasburgo. Adopta el
orden de culto de Estrasburgo, introduciéndole sólo algunos
pequeños cambios. Aparte de este trabajo tiene una cátedra
para exégesis en la recién fundada universidad, donde interpreta
el Evangelio según Juan y algunas de las epístolas de Pablo.
Estos comentarios también aparecen impresos. Sobre todo trabaja
en una nueva edición de su "Institutio“ que se publica
en 1539. Esta al inicio había sido un catecismo detallado, muy
orientado por la teología luterana; ahora es una gran obra de dogmática
independiente.
El tiempo de Calvino en Estrasburgo es bien empleado: Cada semana dicta
sus conferencias, predica cuatro sermones, elabora sus libros; viaja varias
veces para participar en los Diálogos sobre la Religión
(p.ej. 1539 en Frankfurt/Meno). Allí es donde Calvino conoce a
Melanchthon, y nace una profunda amistad. El compañero más
cercano de Lutero se convierte en amigo de Calvino. Durante toda su vida,
Calvino muestra gran respeto frente a Lutero (y éste también
encuentra palabras gentiles para Calvino), pero en los últimos
años de vida de Lutero, Calvino tiene cada vez más dificultades
con la testarudez de éste.
En la opinión de Calvino, las comunidades luteranas en Alemania
no ponen el acento necesario en la vida al interior de la iglesia, y siguen
todavía muy apegados a la liturgias y rituales del culto católicorromano.
Igualmente problemática le parece su dependencia de los príncipes
territoriales. La situación en Estrasburgo, sin embargo, se presenta
más promisoria para Calvino, así que durante un tiempo parece
que ha encontrado su lugar definitivo. En 1539 solicita y obtiene los
derechos ciudadanos de la pequeña república. También
mejora su situación económica, después de que inicialmente
había tenido que vender parte de sus libros para sobrevivir.
En su entorno, se busca incluso casar al reformador; él mismo no
parece haberse acercado demasiado a la idea. Dos intentos de cupido fracasan,
pero finalmente Calvino se deja convencer de casarse con Idelette de Bure,
viuda de un anabaptista a quien él mismo había convertido.
En 1540 llega Farel de Neuchâtel para celebrar la boda.
Mientras, en Ginebra las cosas no han evolucionado bien.
Después de la partida de Calvino y Farel, la vida eclesiástica
se ha desordenado. Algunos amigos de Calvino intentan desconocer a sus
sucesores. Calvino interviene, exigiendo el reconocimiento de los nuevos
pastores. Las cosas se calman, pero la situación sigue incierta.
Berna intenta controlar a Ginebra. Los sucesores también son expulsados
de la ciudad. Se teme un conflicto armado. Los reformados logran convencer
a una parte de los adversarios que el orden sólo puede ser repuesto
si Calvino retorna lo antes posible. El 20 de octubre de 1540, una delegación
viaja a Estrasburgo para pedirle a Juan Calvino que vuelva a Ginebra.
Calvino duda, pero finalmene rehúsa. Farel apoya a los mensajeros
de Ginebra para convencer a Calvino de que tiene que volver, Bucero, en
cambio, quiere que permanezca en Estrasburgo. El esfuerzo por reclutar
a Calvino toma más de medio año, hasta que éste accede
a volver por unas semanas a Ginebra. Finalmente, el 13 de septiembre de
1541, Calvino llega a Ginebra: en contra de sus planes, no se quedará
tan sólo algunas semanas, sino que el resto de su vida.
5. Estructura de la Iglesia de Ginebra
Cuando Calvino vuelve a Ginebra, su primera prédica
continúa el tema de la última: actúa como si no hubiese
habido ningún quiebre, retomando el hilo que se había cortado
en 1538. Sin embargo, ahora tiene mucho más poder, ya que lo buscaron
explícitamente para ordenar la ciudad y la iglesia.
Pero Calvino no logra todo lo que quiere, por ejemplo,
no se celebra la Santa Cena todas las semanas. Más bien rige la
costumbre de Berna donde se comulga cada tres meses. También surgen
conflictos en otras áreas. Calvino quiere ampliar la disciplina
eclesiástica y practicarla. Según él, el consistorio
debe tener la posibilidad de citar, interrogar y en caso dado sancionar
- hasta excomulgar - a aquellos miembros de la comunidad a los que considera
haber cometido infracciones contra la doctrina o la moral. El Consejo
de la ciudad rechaza esta idea porque teme la implementación de
tribunales paralelos a la jurisdicción oficial del gobierno. Después
de algunas vueltas, Calvino logra imponerse; primero con concesiones,
pero en 1555 consigue lo que quiere.
Hoy día tenemos problemas con esto de la "disciplina eclesiástica“,
porque parece limitar los derechos del individuo. Pero no es ésta
la intención de Calvino. Él piensa que una comunidad cristiana
tiene que velar por la conducta de sus miembros, y que frente a situaciones
serias cabe preguntarse si los infractores realmente pueden seguir perteneciendo
a la comunidad. En este punto, Calvino encuentra apoyo y orientación
por Mateo 18, donde se habla de cómo tratar las faltas de los miembros
de la comunidad.
La pregunta de la disciplina eclesiástica es el punto más
conflictivo en relación con el Consejo de Ginebra. Sin embargo,
más importante dentro del Orden Eclesiástica es la dirección
de la comunidad misma. Aquí, el orden cuádruple de Calvino
ha marcado el camino de la iglesia reformada, vale decir, un régimen
que se divide en cuatro cargos: pastores, profesores, presbíteros
y diáconos.
a. Los pastores tienen que predicar
y enseñar, administrar los sacramentos (Bautismo y Santa Cena)
y visitar a los enfermos. Una vez a la semana se reúne el convento
de pastores de la ciudad y sus alrededores, interpreta la Biblia en comunidad
y se evalua mutuamente.
b. Los profesores tienen la tarea de "enseñarles
a los fieles la doctrina de la salvación“. En el sentido
estricto, esto significa interpretar el Antiguo y Nuevo Testamento. Ya
que "para que esta enseñanza dé frutos", se requieren
conocimientos de idiomas y una formación general, la tarea de los
profesores también incluye estas materias.
c. Cada año, los distintos consejos de la ciudad
eligen a doce presbíteros. En conjunto con seis pastores (elegidos
por sus pares) forman el consistorio. El consistorio cuida la Ley Eclesiástica
dentro de la comunidad. Los miembros del consistorio deben "advertir
amablemente a los que ven fallar o vivir en condiciones desordenadas“.
Por lo tanto, el consistorio se preocupan por la conducta de la comunidad,
la participación en los cultos y la doctrina. Si constata desconsideración
o abuso, tiene que advertir los miembros primero amistosamente. Si esto
no basta, puede excomunicarlos o denunciarlos ante los tribunales laicos.
Las dos cosas ocurren muy raramente. Lo que más preocupa al consistorio
es mediar en conflictos, muchas veces entre marido y mujer. Las reuniones
semanales son los jueves. La Ley Eclesiástica define el espíritu
del consistorio con las siguientes palabras: "Todo esto debe ser
siempre tan moderado que no haya lugar para una rigidez aplastante, y
las advertencias sólo tienen el fin de guiar a los pecadores hacia
nuestro Señor.“ El consistorio no debe intervenir en el área
del poder laico ni en el trabajo de los tribunales de la jurisdicción
oficial.
d. Los diáconos tienen dos tareas: el apoyo a
los pobres y la preocupación por los enfermos. La primera consiste
en conseguir limosnas y distribuírlas entre los necesitados; aquí
también entra la alimentación de los pobres. La segunda
tarea concierne a la organización de los hospitales y de los albergues
para forasteros. Los pobres son atendidos en forma gratuita, y para los
niños hay un profesor que trabaja dentro del hospital. (Todas las
citas son tomadas de la Ley Eclesiástica).
Sobre los cargos eclesiásticos
"Nuestro Señor creó cuatro
áreas de tareas o tipos de cargos para la orientación
de su iglesia: por un lado los pastores, por otro los doctores,
después los presbíteros y cuarto los diáconos.
Si queremos una iglesia ordenada y sana, tenemos cumplir con esta
forma de su régimen.“
La tarea de los pastores es "anunciar la palabra de Dios tanto
en público como frente al individuo: enseñar, corregir,
reprender y amonestar. Pero también tienen que administrar
los sacramentos y ejecutar en conjunto con los presbíteros
o los encargados del Consejo las correciones fraternales.“
"La tarea especial de los doctores consiste en enseñarles
a los fieles la doctrina de la salvación, para que la pureza
del Evangelio no sea enturbiada ni por ignorancia ni por ideologías
falsas.“
La tarea de los presbíteros "consiste en cuidar la conducta
de cada uno y amonestar amistosamente a los que fallan o viven en
condiciones desordenadas.“
Los diáconos son "los encargados de recibir las donaciones
para los pobres, de distribuirlas y de administrarlas (....), de
preocuparse de los enfermos y cuidarlos, como también alimentar
a los pobres.“
(De la Ley Eclesiástica de 1561)
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Por lo tanto, queda claro que hay ciertas tareas por
cumplir en cada comunidad local. Algunas pertenecen más bien al
ámbito de la enseñanza y formación, otras tocan dimensiones
diacónicas. Los cargos en una comunidad tienen que ser entendidas
desde las tareas específicas, o sea, son funcionales. Esta comprensión
funcional distingue a Calvino de toda comprensión sacramental de
un oficio. Esto es muy visible en el hecho de que alguién sólo
tiene un cargo mientras cumple las tareas correspondientes. El cargo no
es parte de la persona sino de la comunidad: una diferencia marcada con
el luteranismo. Los luteranos concocen la concentración en el ministerio
ordenado de la anunciación y administración de los sacramentos
ligado a la persona del pastor y no a la comunidad.
Farel, Beza, Viret y Calvin
Aparte de sus actividades en Ginebra, Calvino hace
esfuerzos por reunir las diferentes corrientes evangélicas. En
1549 logra un consenso con los zuriqueses en lo concerniente a la Santa
Cena ("Consensus Tigurinus“, Consenso de Zurich): En el fondo
es aquí donde nace la "comprensión reformada“
de la eucaristía.
Sobre la comprensión de la Santa Cena
"Dios nos regaló una prenda para
asegurarnos de su constante benevolencia. Por tal motivo les dio
a sus hijos el segundo sacramento a través de la mano de
su hijo unigénito: la Santa Cena en la que Cristo da testimonio
de que es el pan que da vida, el pan por el cual nuestras almas
son alimentadas hasta la verdadera y dichosa inmortalidad. (Juan
6, 51).
Primero: Los símbolos de este sacramento son el pan y el
vino: Ellos son el alimento invisible que recibimos del cuerpo y
de la sangre de Jesucristo.
Segundo: el único alimento de nuestra alma es Cristo, y por
eso el Padre celestial nos invita para que seamos parte de él,
para que seamos refrescados y podamos reunir fuerzas hasta que lleguemos
a la inmortalidad celestial.
El misterio de la unión secreta de Cristo con los fieles,
sin embargo, es incomprensible por naturaleza; por eso es que Dios
nos revela una imagen o representación del misterio en señas
visibles, adaptadas maravillosamente a nuestro bajo nivel. En cierto
modo nos da prendas e indicios que nos dan la misma certeza como
si lo viéramos con nuestros propios ojos. Porque es una parábola
conocida que incluso penetra la mente sencilla: Nuestras almas son
alimentadas por Cristo de la misma forma como el pan y el vino mantienen
la vida del cuerpo. Con eso queda claro cuál es el objetivo
de la bendición secreta: Ella nos asegura que el cuerpo del
Señor fue sacrificado para nosotros, para que ahora lo gocemos
como alimento celestial y para que en este gozo vivenciemos la fuerza
de este sacrificio único. Y que su sangre fue derramada por
nosotros, de manera que sea por siempre nuestra bebida. Por eso
llama al cáliz la "alianza de mi sangre“ (Lucas
22,20; 1 Corintios 11,25). Porque cada vez que nos da de beber su
santa sangre es como si renovara la alianza que confirmó
con ella, mejor dicho: es como si la continuara para reforzar la
fe. Las almas piadosas pueden recibir numerosos frutos de confianza
y amor de este sacramento, porque tienen el testimonio de que somos
un solo cuerpo con Cristo, y de que todo lo que es suyo, podemos
llamarlo nuestro también.“
(Párrafo citado de Institutio IV, 17,
1 y 2)
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6. Algunos acentos teológicos
La teología de Calvino tiene muchos matices y
es muy detallada; su Institutio (la versión final data del año
1559) es la primera dogmática evangélica extensa. La renovación
reformatoria llega en ella a su auge enfrentándose a la tradición
escolástica y dialogando permanentemente con las escritos completos
del Antiguo y Nuevo Testamento.
La Institutio demuestra que el pensamiento calvinista está marcado
por dos polos complementarios: Por un lado, se enfatiza la gloria, la
majestuosidad y la omnipotencia de Dios encarnado en Cristo. Por el otro
lado (no inferior al primero) se trata de la salvación de los hombres.
Aquí Calvino se muestra como discípulo (independiente) de
Lutero. Las dos cosas, la gloria de Dios y la salvación del hombre,
están bien unidas. Son justamente la salvación del hombre
y la encarnación donde se manifiesta la gloria de Dios.
Conocimiento de Dios y conocimiento de si
mismo
"Toda nuestra sabiduría – si
es que merece este nombre, si es verdadera y confiable – comprende
en el fondo dos cosas: el conocimiento de Dios y el de nosotros
mismos. Estos dos, sin embargo, están vinculados de múltiples
maneras, y por eso no es tan fácil constatar cuál
es superior y origen del otro.
Primero, ningún hombre puede contemplarse a sí mismo
sin contemplar a Dios con todos sus sentidos, al Dios en "el
que vivimos, y nos movemos, y somos“ (Hechos 17,28). Porque
todos los dones que constituyen nuestros bienes, aparentemente no
los tenemos de nosotros mismos. Incluso nuestra existencia como
humanos consiste en tener nuestra esencia en el Dios único.
Y, segundo, estos dones llegan a nosotros como caen las gotas de
lluvia del cielo, y nos guían como el riachuelo a la fuente.
Pero justamente en nuestra pobreza se reconoce más claramente
la riqueza inimaginable de todos los dones que viven en Dios. Especialmente
la decadencia miserable en que caímos porque el primer hombre
perdió la fe, nos obliga a levantar los ojos: hambrientos
y sedientos debemos implorar que Dios nos dé lo que nos falta,
pero al mismo tiempo debemos aprender llenos de espanto y terror,
a ser humildes (...). Sentimos nuestra ignorancia, vanidad, pobreza,
debilidad, nuestra maldad y depravación, y así llegamos
a comprender que sólo en Dios se hallan la verdadera luz
de la sabiduría, la verdadera fuerza y virtud, una riqueza
inmensa de todos los bienes y la verdadera justicia. Es justamente
nuestra miseria la que nos hace contemplar los dones de Dios, y
sólo cuando hemos empezado a ver nuestros defectos, tratamos
seriamente de alcanzarlo a Él. Porque (naturalmente) cada
hombre prefiere confiar en si mismo, y generalmente lo logra mientras
no se conoce a si mismo, mientras está conforme con sus habilidades
y no sabe ni quiere saber de su miseria. Quien se conoce a si mismo,
no sólo tiene la motivación de buscar a Dios, sino
que de cierta manera es llevado de la mano a su encuentro. Por otro
lado, ningún hombre puede hallarse a si mismo sin antes haber
contemplado el rostro de Dios, y de esta contemplación pasa
a mirarse a si mismo. Porque una soberbia enorme nos es innata,
siempre encontramos que somos muy impecables, sabios y santos, a
no ser que nos enfrentemos con pruebas palpables de nuestra injusticia,
maculación, estupidez e impureza, y nos convenzamos de esta
manera. Pero esto no sucederá mientras sólo nos miremos
a nosotros mismos y no al Señor, porque Él es el único
parámetro que nos permite autojuzgarnos. Por naturaleza tendemos
todos a la hipocresía, y por eso cualquier apariencia hueca
de justicia nos satisface tanto como en el fondo sólo podría
hacerlo la verdadera justicia.“
(Párrafo citado de Institutio I, 1, 1
y 2)
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La doctrina calvinista de la doble predestinación
– hoy en día por cierto muy problemática para nosotros
– se explica desde su interés por la salvación y la
certeza de la salvación. Decisiva para la salvación no es
la confianza del hombre, porque entonces éste estaría todo
el tiempo preocupado por la calidad de su fe. Unicamente Dios elige y
rechaza. La doctrina de la predestinación mantiene la exclusividad
de Dios en los asuntos de la salvación y fe.
El Antiguo y Nuevo Testamento nos hablan del mismo Dios. Por eso tampoco
se puede establecer una diferencia esencial entre las dos partes de la
Biblia. Más bien es así que las profecías del Antiguo
Testamento ya son realidad en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento
se vislumbra el Evangelio; el Nuevo Testamento presenta la luz misma.
Las similitudes son numerosas, sin negar las diferencias. Porque es la
misma Alianza de Dios con los hombres que se manifiesta en toda la Biblia.
Por esta razón, la Ley no está hecha principalmente para
que el hombre reconozca sus pecados (como en Lutero), sino que su objetivo
fundamental es orientar su vida según los mandamientos de Dios.
Esto vale tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento. Es cierto
que con los mandamientos reconocemos nuestra propia pecaminosidad, pero
esto no suspende su verdadero sentido: mostrarnos la buena voluntad de
Dios.
La comprensión de la Ley
"La tercera aplicación de la Ley
es la más importante porque se refiere a su objetivo de fondo:
Se realiza en los fieles, en cuyos corazones el Espíritu
de Dios se ha desplegado y los domina. Ellos tienen la Ley inscrita,
incluso esculpida en su corazón por el dedo de Dios, lo que
significa que orientados por el Espíritu tienen tal disposición
interior que gustosamente quieren obedecer a Dios. Sin embargo,
pueden sacar un doble provecho de la Ley.
Primero: Es el mejor instrumento que les enseña día
a día más cuál es la voluntad de Dios que buscan
cumplir, y que los afirma en tal conocimiento. Por más que
un sirviente anhele de todo corazón cumplir las expectativas
de su amo, siempre tendrá la necesidad de explorar y observar
la particularidad de su patrón, a la que busca ajustarse.
Lo mismo vale para los fieles. Nadie se puede liberar de esta necesidad,
porque nadie ha profundizado tanto la sabiduría que no pudiera
progresar hacia un conocimiento más puro de la voluntad de
Dios, a través de la diaria educación en la Ley.
Segundo: No necesitamos solamente la enseñanza, sino también
la amonestación. Este es otro provecho que el sirviente saca
de la Ley: Su observación constante refuerza su obediencia
y lo salva del resbaloso camino del pecado y de la desobediencia.
Los santos necesitan sin duda de tal estímulo, porque aunque
su espíritu se afana por buscar la justicia de Dios, la debilidad
de la carne pesa sobre ellos, y no van por su camino con la necesaria
y alegre disposición!“
(Párrafo citado de Institutio II, 7,12)
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En el centro de la comprensión de los sacramentos
según Calvino está el concepto de la profecía. No
son los elementos en sí los que portan la salvación. En
la Santa Cena, con ayuda de los elementos se expresa la palabra profética,
y la celebración sirve para dar certeza a los fieles y afirmar
su fe. La profecía se refiere al Espíritu Santo que "sella“
las profecías de Dios en el corazón de los hombres. En el
Catecismo de Ginebra, redactado en forma de preguntas y respuestas, Calvino
dice: "¿Estás convencido entonces de que la fuerza
y la eficacia de los sacramentos no son inherentes a los elementos sino
nacen completamente del Espíritu de Dios? Sí. Dios quiere
revelar su fuerza a través de los medios de salvación destinados
para este fin. Lo hace de tal forma que no resta importancia a su Espíritu.“
7. El proceso de Miguel Servet
La polémica sobre Miguel Servet es la más
importante que sostiene Calvino en Ginebra. Algunas publicaciones afirman
que Calvino, apoyado por el Consejo de la ciudad, aprovechó de
deshacerse de un adversario incómodo, y que esto revelaría
su crueldad y rigidez. Sería demasiado simplista pensar así,
y por lo mismo analizaremos el conflicto aquí con más detalle.
Miguel Servet nace en Aragón, en 1511. En 1531, en Basilea y Estrasburgo,
se enfrenta a los reformadores acerca de la pregunta si la palabra de
Dios se hizo carne o no. También tiene conflictos con las autoridades
en cuanto a las persecuciones de los heréticos. Publica al mismo
tiempo dos escritos contra la doctrina tradicional de la trinidad, en
las que sólo reconoce al Dios creador como Dios. El Hijo y el Espíritu
Santo serían expresiones de la acción divina, pero no serían
Dios (monarquianismo). Los dos escritos son muy conflictivas, y el Consejo
de Estrasburgo prohíbe su venta. Servet va a París y estudia
medicina; ahí es que llama la atención de Calvino. Después
trabaja un tiempo como corrector en Lyon, luego es médico del arzobispo
de Vienne en la provinicia francesa La Dauphine. Dicho sea de paso, probablemente
fue Servet quien descubrió la circulación de la sangre por
lo que es famoso en la historia de la medicina.
Pero también se dedica a la teología y redacta una obra
mayor en la que exige a la cristiandad volver a sus raíces: los
Padres de la Iglesia, la Iglesia Romana y también los Reformadores
habrían falsificado el Evangelio. Todas las criaturas serían
emanaciones de lo divino, los pecados sólo se cometerían
a partir de los veinte años de edad, y con ciertos instrumentos
(bautismo, eucaristía, buenas obras) serían borrados. Nadie
en Vienne quiere imprimir este trabajo. Así es que Servet pide
ayuda a un impresor evangélico en Lyon, pero éste exige
el visto bueno de Calvino. Servet se lo pide a Calvino, y éste
rebate su argumentación, aconsejándole leer determinados
párrafos de la Institutio. Servet sin embargo no acepta consejos.
En su respuesta a Calvino incluye un ejemplar de la Institutio con sus
comentarios al márgen, acompañado de una carta ofensiva.
Pasan los años, y en 1553 Servet logra la impresión de su
libro. Llega a manos de Calvino y algunos de sus amigos, entre ellos Guillermo
de Trie quien se había convertido a la Reforma y roto con la mayoría
de su familia que vivía en Lyon. En una carta a sus parientes,
Guillermo de Trie escribe que ellos no tenían ningún derecho
de acusarle de herejía tolerando en sus muros un herético
del porte de Servet. Como consecuencia de esta carta, se descubre que
el autor del libro es el médico del arzobispo. Hay una denuncia,
Servet es arrestado y amenazado con un proceso, pero no hay pruebas suficientes.
Guillermo de Trie envía documentos a sus parientes, entre otros,
algunas cartas del intercambio epistolar entre Servet y Calvino que había
recibido de éste último. Con esto, Calvino indirectamente
está incentivando el proceso. Servet huye y es quemado en ausencia,
vale decir, se queman sus obras. Quiere llegar hasta Nápoles, pero
neciamente toma el camino por Ginebra. Apenas llegado a la ciudad es arrestado
a petición de Calvino el 13 de agosto de 1555. El magistrado inmediatamente
se opone a Servet – lo que Calvino no había esperado –
e incluso se apropia de la acusación. Se busca la opinión
de los demás cantones helvéticos, pero antes de que éstos
puedan pronunciarse, el Consejo redacta su propia acusación a través
de un adversario de Calvino. Desde Vienne se exige la extradición
de Servet. Pero los jueces de Ginebra quieren dictar su propia sentencia
y se niegan hacer la extradición.
Servet no se da cuenta de la gravedad de su situación, y espera
que la oposición en el Consejo intervenga por él. Calvino
en cambio propicia la muerte de Servet, aunque no en la hoguera, como
es el destino de los herejes, sino una muerte menos espectacular y dolorosa.
En los interrogatorios, Servet provoca el odio de sus enemigos, acusando
a Calvino de herejía y exigiendo que se le entreguen todos los
bienes de éste como compensación de sus sufrimientos.
Los dictámenes de Basilea, Berna, Schaffhausen y Zurich anuncian
unánimamente que hay que deshacerse de Servet. El 26 de octubre
de 1555 es condenado a morir en la hoguera. El juicio es ejecutado al
día siguiente, a pesar de que Calvino y algunos otros pastores
habían pedido una ejecución menos cruel.
Calvino es uno de los responsables indirectos de la
muerte de Servet, y negar este hecho significaría sancionar la
injusticia. Calvino deseaba la muerte de Servet, y poniendo sus cartas
a disposición del tribunal participó en el procecso. No
trató de detener al Consejo, pero en realidad tampoco tenía
muchas posibilidades de hacerlo. Claramente, tiene parte de la culpa en
la muerte de Servet. Pero no más.
No se puede decir que se trató de un proceso de Calvino contra
Servet. Ninguna ciudad habría actuado de otra forma. Antes y después
de Servet, fueron miles los heréticos ejecutados en esa época,
tanto por regímenes católicos como evangélicos. Incluso
Melanchthon felicita a Calvino por su rol en el proceso. "Como todos
los reformadores, Calvino estaba convencido de que era la obligación
de las autoridades cristianas matar a los réprobos que asesinan
el alma, tal como los asesinos comunes matan el cuerpo.“ (Citado
de una biografía alemana de Calvino).
Hoy día es fácil condenar a Calvino. Pero no podemos aplicar
nuestras medidas modernas a él. Su actuar sólo refleja el
espíritu del siglo XVI.
8. Los últimos años de
Calvino
La esposa de Calvino muere en 1549. El matrimonio tuvo
un hijo; sin embargo éste murió poco después de haber
nacido.
En 1559, Calvino funda en Ginebra una academia con tres
cátedras: griego, hebreo y filosofía. Esta academia se transforma
en la escuela de formación de muchos teólogos que se convierten
a la Reforma y se vuelven grandes reformadores en sus países. No
se puede sobreestimar el impacto de esta institución. Por ejemplo,
Juan Knox de Escocia es uno de los estudiantes en Ginebra, y con él
muchos más de otros países. La academia es el punto cúlmine
de la obra de Calvino: aquí la interpretación bíblica
- la motivación calvinista central - gana un espacio organizado.
En
el mismo año se publica la última versión de la Institutio.
A estas alturas es un manual importante con cuatro volúmenes y
24 capítulos, y pertenece ya a las grandes obras dogmáticas
de la teología evangélica.
Debido al exceso de trabajo durante toda su vida, Calvino,
quien había superado muchas enfermedades, se debilita. El 2 de
febrero de 1564 dicta su última conferencia en la academia; el
6 de febrero es la fecha de su último sermón. El 27 de mayo
de 1564, Calvino muere en Ginebra. El día después es sepultado
sin ningún tipo de pretensiones, y su tumba no tiene lápida,
como él mismo había pedido. Así es que hoy nadie
sabe dónde exactamente yacen los restos del reformador. En su discurso
de despedida del 28 de febrero de 1564, Calvino dice lo siguiente:
„Yo tuve en mi vida muchas debilidades
que ustedes tuvieron que soportar, e incluso todo lo que he hecho, en
el fondo no vale nada. Ahora, los hombres malos seguramente sacarán
provecho de estas palabras. Pero repito: Todo mis hechos no valen nada,
y yo soy una criatura miserable. Sin embargo, puedo decir de mí
con todo derecho que mis defectos siempre me desagradaron, que he deseado
hacer el bien y que el temor de Dios se ha arraigado en mi corazón.
Ustedes pueden afirmar que mi afán fue bueno, y por eso les pido
que me perdonen lo malo. Y si hubo algo de bueno, entonces tómenlo
como medida y sigan haciendo lo mismo!“ (Citado según
una edición de estudios calvinistas alemana del año 1997)
Calvino era originario de Francia, y toda su vida se
orientó por este país. Quería fortalecer las comunidades
evangélicas en Francia que eran perseguidas. Servirles a ellas
fue uno de los grandes objetivos en su vida. Logró unir las iglesias
reformadas por una doctrina y una ley eclesiástica común.
Pero su muerte llegó demasiado temprano para orientar a las comunidades
franceses y apoyarlas activamente en las guerras por la religión
posteriores.
Su correspondencia con toda Europa es impresionante. Se conservan alrededor
de 2.000 cartas. Entre ellas hay mensajes tanto a las autoridades políticas
como a otros reformadores dentro y fuera de la Confederación Helvética.
Muchas de ellas tratan de la situación de los evangélicos
en Francia, pero también más allá. Además
encontramos muchos testimonios que muestran a Calvino como pastor de almas
que sabe dar consejos útiles y profundos también a los miembros
más sencillos de la comunidad, en sus dudas respecto a la fe y
la vida.
9. Teodoro Beza, el sucesor de Calvino
Después de la muerte de Calvino, Teodoro Beza
es elegido su sucesor como moderador de los pastores de Ginebra. Beza
nació en 1519 en la Borgoña. En su infancia se convierte
a la fe evangélica, sin embargo, en sus inicios no lo hace de pleno
corazón. Sólo después de una grave enfermedad se
inclina cien por ciento a la Reforma. De profesión jurista, se
desempeña durante diez años como profesor de griego en la
academia de Lausana en Suiza. En 1558 va a Ginebra. Un año después
es director de la academia de esa ciudad.
Ya en sus primeros años en Ginebra, Beza es consultor teológico
de la iglesia francesa y dialoga con las autoridades políticas
de los hugonotes en el contexto de las guerras por la religión.
Después de 1564, Beza sigue en estrecho contacto con las comunidades
francesas. Una vez, incluso, es elegido presidente del sínodo de
la ciudad atlántica de La Rochelle. Al final es testigo como muchos
de sus correligionarios son expulsados de Francia.
Beza
fue considerado en muchas ocasiones como discípulo de Calvino.
Aunque esto es correcto, sus méritos van más allá.
A diferencia de Calvino, sus raíces están en la filosofía
aristotélica. Por eso trata de sistematizar piezas particulares
de la obra teológica (especialmente la doctrina de la predestinación
y la comprensión de la eucaristía) a través de Aristoteles.
Otra de sus características es su trabajo con el Nuevo Testamento
y con la ciencia bíblica. Su edición del Nuevo Testamento
en la que descubrió, analizó e interpretó numerosos
manuscritos nuevos, ha sido reimpresa más de 150 veces hasta 1965.
Teodoro Beza muere a la edad de 86 años el 13 de octubre de 1605.
10. La evolución de la iglesia
reformada en Francia hasta 1598
En 1598, el rey Enrique IV de Francia proclama el Edicto
de Nantes que asegura igualdad de derechos a los cristianos reformados
franceses, y les permite celebrar el culto en la mayoría de las
ciudades. Desde 1562, ocho guerras por la religión precedieron
el Edicto de Nantes.
La doctrina reformada se difunde en Francia a partir de 1535. Surgen comunidades
que agrupan a los fieles. La existencia de la Iglesia Reformada de Ginebra
bajo la tutela del francés Calvino es el motivo por el cual los
evangélicos de Francia se orientan cada vez más hacia Ginebra.
En 1559, el sínodo nacional se reúne en París y aprueba
un credo (Confession de Foi) y una ley eclesiástica (Discipline
Ecclésiastique). Con esto, se da forma a la iglesia reformada.
Hasta 1562, un tercio de la población francesa se ha convertido
a la fe evangélica.
Las comunidades evangélicas, sin embargo, viven desde el principio
en condiciones difíciles porque están involucradas en conflictos
políticos. La rivalidad entre los duques católicos de Guise
y los príncipes evangélicos de Condé domina la escena
durante más de medio siglo; los enfrentamientos bélicos
entre los católicos y los Hugonotes, como son denominados los evangélicos
franceses (el origen de este nombre es muy incierto), no son sólo
de naturaleza religiosa. Los reyes se ponen en estos conflictos generalmente
del lado de los más fuertes. Hasta 1585, éstos son los católicos,
recién después la suerte cambia un poco. Aparte de algunos
pequeños intentos por lograr una convivencia pacífica entre
las confesiones, destacan las crueldades y numerosos masacres, especialmente
la "Noche de Bartolomé“ de 1572, en la que una gran
mayoría de la nobleza evangélica muere asesinada. Resumiendo
se puede decir que la mayoría católica es responsable de
una cantidad de injusticias bastante más grande que los defensores
de la fe evangélica, aunque también hay que decir que éstos
muchas veces tampoco evitaron la violencia.
En 1589, Enrique de Navarra es coronado como el nuevo rey Enrique IV.
Sus orígenes son hugonotes, pero en 1593 se había convertido
al catolicismo por razones políticas. Con su astucia diplomática
y militar reúne a los partidos adversarios detrás de sí
y pone fin a las guerras por la religión en Francia. El 13 de abril
de 1598, proclama el Edicto de Nantes que forma el fundamento jurídico
de la existencia de la iglesia reformada francesa, y que es abolido recién
87 años después por Luis XIV mediante el Edicto de Fontainebleau
(vs. detalles en Lección 5 del Curso Básico).
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